¡Triste! por fuerza de muchos suspiros,
que nacen del pensar que hay en mi pecho,
los ojos, derrotados, ya no tienen
fuerzas para mirar a quien los mire.
Y parece que fueran dos deseos
de mostrar su dolor y de llorar,
y muchas veces lloran tal, que Amor
los ciñe con corona de martirio.
Estos suspiros, y estos pensamientos,
tan angustiosos se hacen en el pecho,
que Amor, tánto le duelen, desfallece;
porque llevan en sí los afligidos
escrito el dulce nombre de mi dueña,
y muchas cosas que hablan de su muerte.
Dante Alighieri
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