Como si fueran flores
los cantos son nuestro atavío,
oh amigos:
con ellos venimos a vivir en la tierra.
Verdadero es nuestro canto,
verdadera nuestras flores,
el hermoso canto.
Aunque sea jade,
aunque sea oro,
ancho plumaje de quetzal...
¡Que lo haga yo durar aquí junto al tambor!
¿Ha de desaparecer acaso
nuestra muerte en la tierra?
Yo soy cantor:
que sea así.
Con cantos nos alegramos,
nos ataviamos con flores aquí.
¿En verdad lo comprende nuestro corazón?
¡Eso hemos de dejarlo al irnos:
por eso lloro, me pongo triste!
Si es verdad que nadie
ha de agotar su riqueza,
tus flores, oh Árbitro Sumo...
Debemos dejarlas al irnos:
¡Por eso lloro, me pongo triste!
Con flores aquí
se entreteje la nobleza,
la amistad.
Gocemos con ellas,
casa universal suya es la tierra.
¿En el sitio de lo misterioso aún
habrá de ser así?
Ya no como aquí en la tierra:
las flores, los cantos
solamente aquí perduran.
Solamente aquí una vez
haya galas de uno a otro.
¿Quién es conocido así allá?
¿Aún de verdad hay allá vida?
¡Ya no hay allá tristeza,
allá no recuerdan nada... ay!
¿Es verdad nuestra casa:
también allá vivimos?
Nezahualcótotl
.
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