Muere en mi mente lo que me acontece,
cuando, mi hermosa dicha, voy a veros;
y cuando os tengo cerca a Amor escucho
decir: «Si perecer te enoja, escapa.»
Muestra el color del corazón el rostro,
que amortecido, donde puede, apoya;
y aún las piedras parece que gritasen
por la ebriedad del gran temblor: ¡Que muera!
Quien entonces me viese pecaría,
si no conforta mi alma atribulada,
con sólo demostrar compadecerme,
por la piedad, que vuestra burla mata,
la cual se cría en la mirada muerta
de los ojos, que anhelan su morir.
Dante Alighieri
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