Oh cuantos que de Amor seguís la senda,
atented y mirad
si hay como el mío otro dolor tan grave;
y sólo os ruego que queráis oírme,
e imaginad si albergue
y llave soy de todo sufrimiento.
Amor, mas no por mi bondad escasa,
sino por su nobleza,
me puso en vida tan suave y dulce,
que a menudo escuchaba a mis espaldas:
«Dios, ¿por qué privilegio
tan feliz corazón este posee?»
Ahora he perdido toda valentía
que del tesoro amoroso me vino;
y me he quedado pobre,
de manera que hablar me causa miedo.
Así queriendo hacer como hacen esos
que por vergüenza su flaqueza ocultan,
por fuera estoy alegre
y lloro en mi interior y me consumo.
Dante Alighieri
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