«El llanto tan amargo que habéis hecho,
ojos míos, durante tanto tiempo,
llorar también hacía a otras personas
por compasión, como pudisteis ver.
Ahora creo que se os olvidaría,
si por mi parte fuese tan traidor,
que cualquier ocasión no os alejase,
recordándoos a aquella a quien llorasteis.
Me intranquiliza vuestra vanidad,
y me da espanto, tal que temo mucho
un rostro de mujer que os está viendo.
Nunca debisteis a vuestra señora,
que muerta está, olvidar sino muriendo.»
Habla así el corazón, luego suspira.
Dante Alighieri
No hay comentarios:
Publicar un comentario