Pongo enhiesto mi tambor,
congrego a mis amigos:
allí se recrean,
los hago cantar.
Tenemos que irnos así:
recordadlo:
sed felices,
oh amigos.
¿Acaso ahora con calma,
y así ha de ser allá?
¿Acaso también hay calma
allá donde están los sin cuerpo?
Vayamos...
pero aquí rige la ley de las flores,
pero aquí rige la ley del canto,
aquí en la tierra.
Sed felices,
ataviaos,
oh amigos.
Nezahualcótotl
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