Cabalgando anteayer por un camino,
pesaroso, pues ir me disgustaba,
encontré a Amor en medio de la senda
en hábito sencillo de romero.
Parecía humillado en su semblante,
cual si hubiese perdido el señorío;
con pesarosos suspiros venía,
por no ver a la gente, cabizbajo.
Me llamó por mi nombre al divisarme;
«Vengo —dijo— de lejos, donde estaba
tu corazón porque yo así lo quise;
y lo traigo a servir a un nuevo gozo.»
Entonces tomé de él parte tan grande
que desapareció, y no supe cómo.
Dante Alighieri
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