No hago más que buscar,
no hago más que recordar a nuestros amigos.
¿Vendrán otra vez aquí?
¿han de volver a vivir?
¡Una sola vez nos perdemos
una sola vez estamos en la tierra!
No por eso se entristezca el corazón de alguno;
al lado del que está dando la vida.
Pero yo con esto lloro,
me pongo triste; he quedado huérfano en la tierra.
¿Qué dispone tu corazón, Autor de la Vida?
¡Que se vaya la amarguta de tu pecho,
que se vaya el hastío del desamparado!
¡Que se pueda alcanzar la gloria a tu lado,
oh dios... pero tú quieres darme muerte!
Puede ser que no vivamos alegres en la tierra,
pero tus amigos con eso tenemos gozo en la tierra.
Y todos de igual modo padecemos
y todos andamos con angustia unidos aquí.
Dentro del cielo tú forjas tu designio.
Lo decretarás: ¿acaso te hastíes
y aquí nos escondas tu fama y tu gloria
en la tierra?
¡Nadie es amigo del que da la vida,
oh amigos míos, Águilas y Tigres!
¿A dónde iremos por fin
los que estamos sufriendo, oh príncipes?
Que no haya infortunio:
El nos atormenta, él es quien nos mata:
Sed esforzados: todos nos iremos
al Lugar del Misterio.
Que no te desdeñe
aunque ande doliente ante el Dador de la Vida:
él nos va quitando, él nos va arrebatando
su fama y su gloria en la tierra.
Tenedlo entendido:
tendré que dejaros, oh amigos, oh príncipes.
Nadie vale nada ante el Dador de la Vida,
él nos va quitando, él nos va arrebatando
su fama y su gloria en la tierra.
Lo has oído, corazón mío,
tú que estás sufriendo:
atiende a nosotros, míranos bien:
Así vivimos aquí ante el Dador de la Vida.
No por eso mueras, antes vive siempre en la tierra.
Nezahualcótotl
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