Es rubia: el cabello suelto
da más luz al ojo moro:
voy, desde entonces, envuelto
en un torbellino de oro.
La abeja estival que zumba
más ágil por la flor nueva,
no dice como antes, «tumba»;
«Eva» dice: todo es «Eva».
Bajo, en lo oscuro, al temido
raudal de la catarata:
¡y brilla el iris, tendido
sobre las hojas de plata!
Miro, ceñudo, la agreste
pompa del monte irritado:
¡y en el alma azul celeste
brota un jacinto rosado!
Voy por el bosque, a paseo
a la laguna vecina;
y entre las ramas la veo,
y por el agua camina.
La serpiente del jardín
silba, escupe y se resbala
por su agujero: el clarín
me tiende, trinando, el ala.
¡Arpa soy, salterio soy
donde vibra el Universo:
vengo del Sol, y al Sol voy:
soy el amor: soy el verso!
José Martí
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