jueves, 2 de julio de 2015

Regad la sombra:

«¡Padre, Padre!
¿Por qué me has abandonado?»
¡Silencio!

El Padre nunca duerme.
Las tumbas son surcos
y abril, el gran mago,
me ha de decir otra vez: Abre la puerta y vete.
Abril es este llanto,
el agua que levanta los muertos y la espiga.

Dejad que llore el hombre
y se esconda en la muerte.
No maldigáis las lluvias y la noche...
¡Regad la sombra!
(¿O he de volver mañana
a contar otra vez
los escalones de los sótanos?)
Tres segundos en la angustia son tres días,
tres días en la historia son tres siglos,
y tres siglos, un compás de danza solamente.

Al tercer día se romperá la cáscara del huevo,
abrirá su ventana la semilla
y se caerán las piedras de las tumbas.

¿Quién puso centinelas en los surcos?
Cristo es la Vida
y la vida, la Cruz.

El sudario de un dios
fue el pañal de los hombres.
Me envolvisteis en llanto cuando vine,
he seguido vistiéndome con llanto
y el llanto es ahora mi uniforme...
Mi uniforme y el tuyo
y el de todos los hombres de la tribu.
Vamos sobre sus mismas lágrimas.
Por estas viejas aguas
navegaré en mi barca hasta llegar a Dios.
¡Terrible y negro es el camino!
(¡Y hay quien merca
con la tormenta,
con la sombra
y el miedo!)

León Felipe

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