¡Ah, quebrado está el cuenco de oro! ¡el espíritu huyó para siempre!
¡Que suene la campana! ¡un alma santa en la laguna Estigia flota!
Y tú, Guy de Vere, ¿es que no tienes lágrimas? ¡Llora ahora o nunca más!
¡Mira! ¡en aquel lóbrego y rígido ataúd yace tu amor, Lenora!
¡Ven; que lean el rito funerario, que entonen el canto mortuorio!
Un himno para la muerta más regia que jamás murió tan joven;
un responso para ella, doblemente muerta por morir tan joven.
"¡Miserables! La amabais por sus riquezas, la odiabais por su orgullo;
y cuando su salud se debilitó, la bandijisteis... ¡para que muriera!
¿Cómo, enontces, se va a leer un rito, cómo vais a cantar el réquiem
vosotros, vuestro ojo, que causa el mal, vuestra lengua calumniadora
que a la muerte llevaron a la inocencia que murió, y murió tan joven?"
¡Peccavimus; sin embargo, no delires así! ¡y que un cántigo de sabbath
suba hasta Dios tan solemne que la muerta no encuentre mal en ello!
La dulce Lenora se había ido antes, con la esperanza que huyó a su lado,
dejándote desesperado por la querida niña que había de ser tu prometida;
por ella, la hermosa y noble, que ahora tan humildemente yace,
con vida en su cabello dorado, pero no en sus ojos;
con vida aún en su cabello, con muerto en sus ojos.
"¡Fuera! ¡fuera! De enemigos a amigos el fantasma indignado se arranca;
del infierno a un alto estado en el cielo;
del lamento y el gemido a un trno de oro junto al rey del cielo;
¡Que no suene campana alguna, pues, no sea que su alma, en su alborozo sagrado,
aprese la nota cuando sube flotando de la tierra maldita!
Y yo... mi corazón está ligero esta noche; ningún canto fúnebre elevaré,
antes bien acompañaré el ángel en su vuelo al paraíso en un peán de los antiguos tiempos!"
Edgar Allan Poe
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