Fuiste para mí todo aquello, amor,
por lo que mi alma suspiraba;
una isla verde en el mar, amor,
una fuente y un altar,
adornados con frutas y con flores fantásticas,
y todas las flores eran mías.
¡Sueño demasiado brillante para durar!
¡Estrellada esperanza que surgiste
sólo para verte derribada!
Una voz desde el futuro clama
"¡Adelante! ¡adelante!", pero sobre el pasado
(¡oscuro golfo!) mi esíritu yace suspendido,
mudo, inmóvil, aterrado.
Pues ¡ay! ¡ay! conmigo
la luz de la vida se ha extinguido.
¡No más, no más, no más
(tal lenguaje une al solemne mar
con las arenas de la costa)
florecerá el árbol herido por el rayo
ni se elevará el águila herida!
Y todos mis días son trances,
y todos mis sueños nocturnos
están donde tus ojos grises miran,
y donde brilla tus pasos,
en qué etéreas danzas,
junto a qué eternas corrientes.
Edgar Allan Poe
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