1
La Romería de Ibaeta:
«A visitar el Ángel de Ibaeta
van el Pintor, la Musa y el Poeta.»
El cielo se descara. Nos da un susto de luz.
Se quita la chaqueta. Lleva camisa azul.
¡Tiran, tiran al plato! ¡Disparos! ¡Alegría!
Si le hirieran a un ángel se caería hacia arriba.
Me desafía el tiempo. ¿No es todo hoy como ayer?
He recogido el guante, ¡ay, vuelto del revés!
La Musa era más joven; tú, pintor, hombre al día,
y yo flirteaba con la melancolía
cuando el Ángel, feliz, nos unió en un abrazo
y fue como un milagro aquel uno de marzo.
¿Quién le ha visto y quién nos ve?
Fuimos uno. Somos tres.
2
Digo Jesús Olasagasti:
En el aniversario de su muerte.
Digo Jesús. ¡Jesús! ¿Es verdad que estás muerto?
Por las noches yo sigo conversando contigo
y tú eres el de siempre, respondes como amigo.
Digo Jesús -¡Jesús!-, y no hay nada más cierto.
Llorar sería fácil, mas no te gustaría.
Tú siempre procuraste remover en bandada
las aves de colores, salvando de la nada
un poco de belleza, locura y alegría.
Los hombres respetables, los buenos ciudadanos,
¿qué cuentan? Hoy te elogian conforme al reglamento,
mas tú escapas volando, ¡oh ciento, ciento, ciento!
Quizá sea un milagro. Quizá juego de manos.
No sé si fueron buenas o malas nuestras artes.
Pintura. Poesía. Vida, vida, ¡más vida!
Isla de soledad en una mar perdida:
amigo rodeado de Dios por todas partes.
Jesús Olasagasti, con este canto llano
que tú dabas por bueno, sin adornos te digo
como hace cinco años, muriéndome de amigo:
¡que el Ángel de Ibaeta te lleve de la mano!
Gabriel Celaya
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