¡Hermoso río!, en tu clara corriente luminosa
de cristal, agua errante,
eres un emblema del resplandor
de la belleza, el corazón que no se esconde,
el laberinto juguetón del arte
en la hija del viejo Alberto;
pero cuando ella en tu onda se mira,
que entonces tiembla y centellea,
ay, entonces, el arroyo más lindo
a su adorador se asemeja;
pues en su corazón, igual que en tu caudal,
la imagen de ella se halla con lo hondo...
su corazón, que tiembla con el rayo
de los ojos de ella, que sondean el alma.
Edgar Allan Poe
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