La luna tiene dientes de marfil.
¡Qué vieja y triste asoma!
Están los cauces secos,
los campos sin verdores,
y los árboles mustios
sin nidos y sin hojas.
Doña muerte, arrugada,
pasea por sauzales
con su absurdo cortejo
de ilusiones remotas.
Va vendiendo colores
de cera y de tormenta
como un hada de cuento
mala y enredadora.
La luna le ha comprado
pinturas a la Muerte.
En esta noche turbia
¡está la luna loca!
Yo mientras tanto pongo
en mi pecho sombrío
una feria sin músicas
con las tiendas de sombra.
Federico García Lorca
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