Mar de Euskaria, patria abierta,
tú que no tienes fronteras
di en las playas extranjeras,
ola más ola, mi pena.
¡Que nos arrancan la lengua!
¡Que nos roban nuestro canto!
Y hasta mis versos son versos
que traduzco al castellano
Yo que aprendí a decir «padre»,
mas nací diciendo «aitá»,
no acierto con el idioma
justo para mi cantar.
He leído a los que me mandan.
Me he aprendido mi Cervantes.
Y ahora trato de explotarlos
para salir adelante.
Con mis faltas de sintaxis,
yo, por vasco sin remedio,
pecaré, como Baroja
y Unamuno, de imperfecto.
Porque ellos, aunque me choque,
no supieron escribir.
Doctores tiene mi España
que se lo sabrán decir.
Y si ellos no pudieron,
pese a toda su pasión,
hacer suyo un nuevo idioma,
amigos, ¿qué podré yo?
Abro el alma a cuanto viene.
Busco un mundo sin historia
y un sentimiento de origen
y de dulce desmemoria.
Pero hay que hablar, hay que ser,
hay que decirse en la lucha,
y hay que extraer un lenguaje
de lo que sólo murmura.
Yo lo busco. Aquí me expongo
con un dolor que me callo,
furioso como una estrella
y consciente por amargo.
¿Adónde van mis palabras?
¿Adónde mis sentimientos?
¿Para quién hablo, perdido
perseguido por mis muertos?
¡Mar de Euskaria, rompe en llanto,
y en tu idioma en desbarato,
di, ensanchándote, qué raros
nos sentimos hoy los vascos!
Gabriel Celaya
No hay comentarios:
Publicar un comentario