sábado, 4 de julio de 2015

El lago:

En mi primera juventud fue mi destino
frecuentar un lugar del ancho mundo
que no hubiera podido yo no amar...
Tal encanto tenía la soledad
de un lago agreste, de negra roca circundado,
y los crecidos pinos que en torno despuntaban.

Pero cuando tendía su sudario la noche
sobre el lugar aquel, igual que sobre el resto,
y el viento místico pasaba
murmurando sus melodías,
entonces, oh, entonces despertaba yo
al terror del lago solitario.

Aquel terror, no obstante, no era espanto
sino deleite trémulo; un sentimiento
que ni una mina de piedras preciosas
podría enseñarme a definir o sobornarme para hacerlo,
ni el amor, aunque el amor fuera el tuyo.

La muerte estaba en aquella onda ponzoñosa,
y había en su seno una tumba apropiada
a quien de ella pudo obtener deleite
para su imaginar en soledad;
cuya alma solitaria pudo hacer
un edén de aquel lago sombrío.

Edgar Allan Poe

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