miércoles, 8 de julio de 2015

Baso-Jaun, Ferrón:

No sabía su nombre. No sabía sus años.
Sabía tantas cosas que no decía nada
o sabía tan poco que, dale que te pego,
seguía en su trabajo como quien se emborracha.
Baso-Jaun le llamamos, porque de allí venía,
de la selva en que es joven la vida milenaria
y ha olvidado qué es tiempo. No era un dios ni una bestia,
pero tampoco puedo decir que fuera humana
su barba seca y roja. ¡Y aquellos crudos dedos
que hubieran destruido cualquier flor con tocarla!
Era el mejor ferrón de toda nuestra cuenca.
Sabía de su oficio lo que aún nadie enseñaba
y él aprendió ¿quién sabe cuándo o de quién, soñando?
Era un hombre alocado, violento, sin alma,
como un dios del origen y un momento en su grito.
Era el que todos somos bailando con la llama.

Oscuro, terco, obtuso, no sabía explicarse.
Mataba a martillazos los gritos que apuntaban,
trabajaba sin precio, y un día, de repente,
se limpiaba un sudor de siglos en la cara,
y se echaba a reír, y era como una fiera
que retornaba a los bosques y al origen sin alma.

¡Cuántos ferrones, cuántos ola-gizonak bravos
vinieron y se fueron pese a las ordenanzas
con que los empresarios pretendían domarles!
Se iban, y en el origen reaprendían su raza.
Volvían prometeicos para enseñar al hombre.
Y era como un milagro que en nuestra tierra vasca
se dominara el hierro, y un día Zumalabe
trajera el martinete, y otro, consideraran
nuestros Caballeritos de Azcoitia la reforma
de nuestra metalurgia con su raíz del alma.

Creo que Baso-Jaun, aquel Señor del Bosque,
del fuego y los metales, rojo de rabia y barba,
nos enseñó el principio y está tras las razones
que se visten de plumas o se figuran alas.
Creo que Baso-Jaun, metalúrgico humilde,
es obrero de Eibar, Elgoibar o Vergara
que sabe de su oficio porque ha nacido vasco,
vive como un instinto cierta técnica arcaica.
Creo en los urzallak y en los ijelia.
No sería posible la industria que ahora me arma
de orgullo y de coraje, de invención, de sistema,
si un día Baso-Jaun, iracundo en la nada,
no hubiera decidido ser ferrón, ser obrero,
ser hombre que golpea lo más duro con alma,
ser como siempre fuimos nosotros, los nacidos
con la cabeza erguida y una mirada clara.

Gabriel Celaya

No hay comentarios:

Publicar un comentario