viernes, 3 de julio de 2015

Comunión:

En alguna parte se ha dicho:
Dios se come a los hombres
y los hombres un día se comerán a Dios.

Y también está escrito:
no es más que un pez el hombre
en su mar de tinieblas y de llanto.

Y en alguna otra parte se pregunta:
¿Para qué está allá arriba sentado
en el alto cantil de las nubes heladas
ese Gran Pescador?
¿Para qué está allá arriba
con su cebo,
su anzuelo
y su larga caña de pescar
ese Gran Percador?

¿No es más que un pez el hombre,
un pez para las brasas del infierno
y para que después, «puro y dorado»,
se lo coma allá arriba
ese Gran Pescador?

Y ahora... aquí... el pez... el hombre es el que arguye:
un día me tragaré el mar...
toda el agua del mar...
todas las tinieblas del mar como una perla negra...
un día me tragaré el mar,
toda el agua del mar,
toda la amargura del mar como una sola lágrima...
y dejaré al descubierto
el cebo
el anzuelo
y la larga caña de pescar
de ese Gran Pescador.
¡Toda su mentira y su verdad!
Luego me sentaré a llorar sobre la última roca seca del mundo,
a llorar, a llorar otra vez
hasta llenar de nuevo la tierra
con otro mar inmenso,
mucho más negro
y mucho más amargo que el de ahora...
con otro mar que llegue hasta los cielos,
anegue las estrellas
y ahogue a ese Gran Pescador
con su cebo
su anzuelo
y su larga caña de pescar.
Entonces
yo seré el pescador
y Dios, el Gran Pez, sorprendido y pescado.
Aquel día el Hombre... todos los hombres se comerán a Dios.
Será el día... el Gran Día de la verdadera,
de la gloriosa
y de la sagrada comunión.

León Felipe

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