Si una semana fuese una era, y sintiéramos
un adiós y un reencuentro cordial cada semana:
entonces sólo un año sería un millar de años,
con calor en la cara siempre de bienvenida;
entonces viviríamos larga vida en muy poco
espacio, y a sí mismo se aboliría el tiempo,
y así un viajo de un día en neblina de olvido
se alargaría para servir a nuestro goce.
¡Oh llegar cada lunes de la India, de mañana!
¡Oh desembarcar cada martes del rico Oriente!
¡En poco tiempo unir gran multitud de gozos
y mantener las almas en un jadeo eterno!
Esta mañana, amigo, y la tarde de ayer
a albergar me enseñaron tan feliz pensamiento.
John Keats
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