¡Oh clara juventud! Bastante era dorar
con soles obedientes toda lluvia extraviada,
y si una inesperada nube bajaba, pronto,
sobre ella construir un arco iris, para
la Fantasía errante, mezclando, de los campos
a medio labrar, hierbas con flor de adormidera;
te coronaban tus Favoritos, cantando
tu poder, sin censura ni compasión del sabio.
Ah, muestra qué más dignos honores se te deben,
clara juventud; mueve lo hondo del corazón:
confirma a tu glorioso Espíritu a que emprenda
un sendero de abrupta subida y alta meta;
y si hay una alegría que mengüe lo que pide
recuerdo agradecido, haz irse a esa alegría.
William Wordsworth
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