La tierra no nos puede mostrar nada más bello:
sordo sería de alma quien pasase de largo
una visión que tanto conmueve en majestad:
esta ciudad ahora lleva, como un vestido,
la belleza que trae la salida del sol;
barcos, cúpulas, torres, teatros, templos quedan
abiertos a los campos y al cielo: refulgentes,
en el aire sin humo, todos en claridad.
Nunca un sol ascendió más bello a su esplendor
prístino por un valle, unas rocas, un monte;
¡nunca vi ni sentí una calma más honda!
El río se desliza por su dulce querer;
¡oh Dios! hasta las casas se dirían dormidas
y todo ese potente corazón yace en calma.
William Wordsworth
No hay comentarios:
Publicar un comentario