Se agrietan los labios
de muecas de odio.
Sangran las bocas
en gritos de rabia.
Se rompe la risa
en un funeral de llanto
y se aprietan los puños
y se sigue adelante.
Se despierta del sueño
a golpe de maza.
Se burlan los miedos
detrás de las ventanas.
Se apagan las luces
sin aún nacer el alba.
Y se aprietan los puños
y se sigue adelante.
Se desgarran las manos
de abrazos prohíbidos, deseados,
y sangran las bocas
sangran los labios.
Sangran el odio, la rabia.
Sangra la noche ausente
y se nace y se muere
para volver a nacer
apretando los puños
y siguiendo adelante.
María José Baños
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