martes, 23 de junio de 2015

Oscuridad:

Se acercaron de noche,
el horror sólo era
imaginable en sueños.

Era su oscuridad
su amable laberinto,
la recóndita dicha
un hemisferio oculto,
la vida aún en su útero perfecto,
antes de que los niños aprendieran
a clavar las tijeras en los pájaros.


Era como otras veces
sobrevolar la cúspide del gozo
del calor palpitante, pero llegaron los heraldos oscuros,
reconoció las huellas de su cuerpo,
su abandonado hueco amorosísimo
la ausencia que humillaba los espejos,
el terrible vacío del espacio
que había sabido suyo y envolvente.

Atravesó avenidas de miedo
interminables galerías y la luz amarilla que le hacía
parecer aún más niño, más desnudo,
más tierno en su estructura golpeable,
matable, suponiendo
que nada mostraría a la mañana
la esquina desprendida de la noche.

Abajo, ya en la calle, se encontrño con la lluvia amanecida.

Maite Pérez Larumbe

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