sábado, 20 de junio de 2015

A Lucía:



Norte puro y belleza nórdicamente pura,
sabiendo la beldad de tu egregia escultura
y de la maravilla que en tus ojos se fragua,
déjame saludarte, hija de Nicaragua,
Yo quería que fuera en francés mi saludo;
pero yo ante tus vates me reconcentro mudo.
Yo sé hablar en la lengua de mi voz familiar,
la que es pan, agua, sal y llama del hogar.
¿Sabes tú el corazón que te busca y prefiere?
En nuestra tierra, el beso, cuando se inicia, hiere
No sería pedirte una cosa quimérica
juntar tu amor de Francia a nuestro amor de América.

Rubén Darío

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