sábado, 20 de junio de 2015

Canción de Otoño en Primavera:



Juventud, divino tesoro,
¡Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro…,
y a veces lloro sin querer.
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
Miraba como el alba pura,
sonreía como una flor.
Era su cabellera oscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé…

Juventud, divino tesoro,
¡Ya te vas para no volver…!
Cuando quiero llorar no lloro,
y a veces lloro sin querer…
Y más consoladora y más
halagador y expresiva,
la otra fue más sensitiva,
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía…
En brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como un bebé…
Y le mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe…
Juventud, divino tesoro,
¡Ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar no lloro,
y a veces lloro sin querer…
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón,
poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también…

Rubén Darío

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