Primero fue que Wagner escribía
encendidas cartas de amor
para los generales rebeldes,
luego vino el profundo estudio
sobre la posibilidad para Berlín,
de ser la capital de España,
y por fin, irrevocable y definitiva,
la costumbre de muerte sobre julio,
y aquella extrema dificultad
para ser hombre.
Y la verdad, que en estos momentos,
se hace difícil escribir,
con tantos esqueletos
mirando tras la ventana,
estoy sentada y con frío,
sobre la viejísima noche circular de siempre,
señor enterrador,
cabalga mi frente rota desde Alejandría
a Normandía, desde Treblinka a Vietnam,
y me alcanza una vez más a la altura
de Gernika y Nicaragua,
música de Wagner traen las flechas,
como siempre Federico.
Julia Ochoa
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