¡Qué maravilla! ¿Aún vuela?
¿Sube y sin mover sus alas?
¿Qué lo eleva y mantiene?
¿Y cuál es su meta, qué le empuja?
¿Cuáles sus riendas?
Igual que estrella, igual que la eternidad,
habita en las alturas, huyendo de la vida;
aunque compasivo con la envidia:
¡alto asciende quien también su vuelo contempla!
¡Oh, pájaro albatros!
¡A las alturas me elevas con eterno impulso!
Nada más pensar en ti, vertí
lágrima tras lágrima.
¡Sí, te amo!
Friedrich Nietzsche
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