Aquí yazgo, revueltas las tripas,
soy devorado por las chinches.
¡Y más allá luz y bullicio!
oigo como bailan...
Ella pretendía en esa hora
acercarse a mí de puntillas.
Estoy esperando como un perro,
mas no viene ninguna señal.
¿La cruz, cuando lo prometió?
¡Cómo pudo ser tan mentirosa!
¿No correrá ella tras cualquiera,
como lo hacen mis cabras?
¿De dónde viene su falda de seda,
—mi orgullosa?
¿Vive aún de un macho cabrío
dentro de este bosque?
Esta espera enamorada,
¡cómo arruga y envenena!
Así crece en el parque,
en una sensual noche,
cual un hongo venenoso.
El amor me desgarra
como si sufriera los siete males;
casi no puedo comer.
¡Adiós, mis cebollas!
La luna ya se hizo a la mar,
todas las estrellas están agotadas,
gris viene, pues, el día.
¡Ah! Quisiera morirme.
Friedrich Nietzsche
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