No hay ningún principio.
Alguien canta como las olas.
Nunca estuvo en la playa mirando hacia el mar.
Quiero oír ahogarse en el mar la voz del que canta.
No hay ningún mar.
No hay ningún precipicio.
Cada vez pesa más el silencio.
Recuerdo tu cabeza rubia descansando en mi brazo.
Me llaman olas que no existen;
salpican sobre tu playa que sí existe.
Y más allá de mí tu tormenta, tus arrecifes
me llaman para hacerme naufragar
como si existiera una muerte suficiente.
Hay vidas que inician una muerte.
Tú existes, mi amada,
una muerte que empieza.
Lars Forssel
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