Sol arrogante y fanfarrón... yo no necesito de tu fuego... acaba ya de girar.
Sólo iluminas superficies;
yo ilumino superficies y profundidades.
Y tú, Tierra... ¿qué buscas entre mis manos?
Vieja vanidosa y presumida... ¿qué quieres de mí?
Hombres y mujeres,
quisiera decir cuánto os amo, pero no puedo;
quisiera decir lo que se esconde en mí
y lo que hay en vosotros, pero no puedo;
quisiera mostraros mi angustia
y el pulso de mi corazón en el día y en la noche.
Mirad, yo no doy conferencias
ni pequeñas limosnas.
Cuando doy, me doy entero yo mismo.
¿Qué haces ahí, impotente, doblado sobre las rodillas?
Abre tus quijadas y deja que te llene de energía,
extiende las manos y descorre tu bolsa.
Yo no vengo a que me nieguen, sino a dominar.
Mi granero está henchido
y todo lo que tengo es para ti.
No sé quién eres ni qué haces,
no te lo pregunto
ni me importa saberlo.
Tú no puedes ser más que lo que yo te doy
ni hacer otra cosa que lo que yo te enseñe.
Me doblo ante el forzado
y ante el que limpia las letrinas,
y pongo en sus mejillas el beso familiar.
Os juro por mi alma que nunca os negaré.
Yo lanzo la semilla de las repúblicas augustas
y a las mujeres sanas y fecundas las siembro de vástagos ágiles y fuertes.
¿Quién me llama?... Alguien agoniza
Voy, corro, llego...
levanto el picaporte, abro la puerta... entro,
tiro hacia los pies las ropas de la cama
y les digo al médico y al cura: ¡Fuera de aquí!
Cojo entre mis manos al moribundo
y lo levanto con mi voluntad irresistible.
Aquí está mi cuello, no desesperes.
Por Dios te juro que no morirás;
cuélgate de mí,
cuelga todo tu cuerpo de mí.
Yo te infundo mi aliento terrible,
yo te sostengo
y te saco a flote como a un náufrago,
no te ahogarás.
Toda esta habitación la lleno yo de una fuerza poderosa,
de un ejército invencible,
de elementos que me aman,
de genios destructores de sepulcros...
¡Duerme!
Ellos y yo
te velaremos hasta el alba.
La enfermedad y el miedo no osarán poner un dedo sobre ti.
Te he abrazado y te he hecho mío...
Cuando mañana despiertes, verás que todo cuanto he dicho es verdad.
Walt Whitman
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