Soy los ojos del amante y el vino del
espíritu y el alimento del corazón.
Soy una rosa. Mi corazón se abre al alba y
la virgen me besa y me acoge
en su seno.
Soy la morada de la verdadera fortuna y el
origen del placer y el comienzo
de la paz y la quietud. Soy la cálida
sonrisa de los labios de la belleza. Cuando la juventud
se apodera de mí olvida sus tareas, y toda su
vida se convierte en una realidad de dulces sueños.
Soy la exaltación del poeta,
la revelación del artista,
y la inspiración del músico.
Soy un altar sagrado en el corazón de un
niño, adorado por su madre misericordiosa,
me revelo al llanto del corazón; rehuyo la exigencia;
mi plenitud persigue los deseos del corazón;
me aparto del vacío clamor de la voz.
Me revelé a Adán a través de Eva,
y el exilio fue su destino;
pero me revelé a Salomón y él
se colmó de sabiduría con mi presencia.
Sonreí a Helena y ella destruyó Troya;
pero coroné a Cleopatra y la paz dominó
el valle del Nilo.
Soy como los años: construyen hoy
y destruyen mañana;
soy como un dios, que crea y derriba;
soy más tierno que el suspiro de la violeta;
soy más violento que la rugiente tempestad.
Sólo los obsequios no me seducen;
la partida no me descorazona;
la pobreza no me persigue;
los celos no prueban mi conciencia;
la locura no evidencia mi presencia.
Oh exploradores, soy la verdad implorando verdad;
y vuestra verdad explorándome y recibiéndome
y protegiéndome determinará mi comportamiento.
Khalil Gibrán
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