viernes, 15 de enero de 2016

El llamado del enamorado:

¿Dónde estás, amada mía? ¿Quizás en aquel pequeño
paraíso, regando las flores que te miran
como los bebés miran los pechos de sus madres?

¿O en tu aposento, donde el santuario de la
virtud ha sido erigido en tu honor y sobre
el que ofreciste mi corazón y mi alma en sacrificio?

¿O entre libros, buscando el saber humano,
mientras estás colmada de celestial sabiduría?
Oh compañera de mi alma, ¿dónde estás? ¿Acaso estás
orando en el templo? ¿O llamando a la naturaleza en los
campos, cielo de tus sueños?

¿Estás en las moradas de los pobres, consolando al
desdichado con la ternura de tu alma, y colmando
sus manos con tu bondad?
Eres por doquier el espíritu de Dios;
eres más resistente que los siglos.

¿Recuerdas el día en que nos conocimos, cuando el halo de
tu espíritu nos envolvía y los ángeles del amor
aleteaban alrededor, elevando plegarias a las acciones del alma?

¿Te acuerdas cuando nos sentamos a la sombra de las
ramas, guareciéndonos de la humanidad, como las costillas
protegen del daño al divino secreto del corazón?

¿Recuerdas los campos y los bosques que recorrimos, con las manos
entrelazadas, y nuestras cabezas reclinadas una contra la otra, como si
nos estuviéramos ocultando dentro de nosotros?

¿Acaso te acuerdas del momento en que me despedí de ti,
y del beso con que sellaste mis labios?
¡Aquel beso me enseñó que acercar los labios al amor
revela el celestial secreto que la lengua no puede pronunciar:
aquel beso fue la introducción a un gran suspiro,
como la exhalación del todopoderoso que hizo al hombre de la tierra.

Aquel suspiro me condujo al mundo espiritual,
anunciando la gloria de mi alma; y allí
se perpetuará hasta que de nuevo nos volvamos a ver.

Recuerdo cuando me besabas y me besabas,
con lágrimas surcándote el rostro, y dijiste:
"Los cuerpos terrenales a menudo deben separarse con fines terrenales,
y vivir separados por mandato de mundana intención.

Pero el espíritu permanece a salvo unido en las manos del
amor, hasta que llega la muerte y lleva las almas unidas a Dios.
Ve, amado mío; la vida te ha elegido su delegado;
obedécela, pues es la belleza que ofrece a su fiel
la copa de la calidez de la vida.

En cuanto a mis brazos vacíos, tu amor seguirá siendo mi
confortante novio; tu recuerdo, mi eterna boda."

¿Dónde estás ahora, mi otro yo? ¿Permaneces despierta en el
silencio de la noche? Deja que la límpida brisa te
lleve cada latido de mi corazón.

¿Dibujas mi rostro en el recuerdo? Esa imagen
ya no es la mía, pues la tristeza ha derramado su
sombra sobre el dichoso semblante del pasado.

Los sollozos han marchitado los ojos que reflejaban tu belleza
y han secado los labios que endulzabas con tus besos.

¿Dónde estás, amada mía? ¿Oyes mi llanto
desde el otro extremo del océano? ¿Comprendes mi necesidad?
¿Conoces la grandeza de mi paciencia?

¿Hay acaso algún espíritu en el aire capaz de
transportar el hálito de este agonizante? ¿Hay alguna
comunión secreta entre los ángeles que te lleve
mi queja?

¿Dónde estás, mi bello astro? Las tinieblas de la vida
me han arrojado a su seno; la tristeza me ha vencido.
Haz volar tu sonrisa en el aire; ¡me llegará y me hará revivir!
Exhala al aire tu fragancia; ¡me mantendrá vivo!

¿Dónde estás, amada mía?
Oh, ¡cuán grande es el amor!
¡Y cuán pequeño soy!

Khalil Gibrán

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