sábado, 17 de octubre de 2015

En el sur:

Así me cuelgo de una rama torcida,
balanceando mi cansancio.
Un pájaro me invitó a su casa,
su nido me sirve de parada.
¿Dónde estoy? ¡Ay, lejos! ¡Muy lejos!

El blanco mar se ha quedado dormido,
y sobre él purpúrea vela.
Peñascos, higuera, torre y puerto,
a mi alrededor idilios, balidos de corderos...
¡Tómame, inocencia del sur!

Ir paso a paso —esto no es vida;
siempre una pierna tras otra —te vuelve alemán y pesado.
Ordené al viento elevarme hacia arriba,
aprendí a planear con los pájaros;
hacia el sur, sobrevolé el mar.

¡Razón! ¡Molesto negocio!
Demasiado pronto nos lleva a la meta.
Volando aprendí lo que de mí se burlaba;
ya siento el valor, la sangre, la savia
para una nueva vida, un nuevo juego...

Al pensar a solas lo llamo sabio;
pero cantar a solas —¡es de estúpidos!
Oíd una canción a vuestro honor
y, en silencio, haced un círculo
en torno a mí, ¡malos pájaros!

Tan jóvenes, tan falsos, tan intrigantes,
¿acaso me parecéis hechos para amar
y para pasar bellamente el tiempo?
En el norte —me cuesta confesarlo—
amé a una moza, horrorosamente vieja:
«la verdad», se llamaba...

Friedrich Nietzsche 

No hay comentarios:

Publicar un comentario