martes, 20 de octubre de 2015

Desde altas montañas:

¡Oh mediodía de la vida! ¡Tiempo solemne!
¡Oh jardín de verano!
Inquieta felicidad de estar de pie y atisbar y aguardar: —
A los amigos espero impaciente, preparado día y noche,
¿Dónde permanecéis, amigos? ¡Venid! ¡Ya es tiempo! ¡Ya es tiempo!

¿No ha sido por vosotros por quienes el gris del glaciar
se ha adornado hoy de rosas?
A vosotros os busca el arroyo, y hoy el viento y la nube
anhelantes se elevan, se empujan hacia el azul,
para atisbaros a vista lejanísima de pájaro.

En lo más alto estaba preparada mi mesa para vosotrs: —
¿Quién habita tan cerca
de las estrellas, quién tan cerca de las pardísimas lejanías del abismo?
Mi reino — ¿qué reino se ha extendido más que él?
Y mi miel — ¿quién la ha saboreado?

— ¡Ahí estáis ya, amigos! — Ay, ¿es que no es a mí
a quien queríais llegar?
Titubeáis, os quedáis sorprendidos — ¡ay, preferible sería que sintierais rencor!
¿Es que yo — ya no soy yo? ¿Es que están cambiados mi mano, mi paso, mi rostro?
¿Es que lo que yo soy, eso, para vosotros, — no lo soy?

¿Es que me he vuelto otro? ¿Y extraño a mí mismo?
¿Es que me he evadido de mí mismo?
¿Es que soy un luchador que se ha domeñado demasiadas veces a sí mismo?
¿Qué demasiadas veces ha contenido con su propia fuerza,
herido y estorbado por su propia victoria?

¿Es que yo he buscado allí donde más cortante sopla el viento?
¿Es que he aprendido a habitar
donde nadie habita, en desiertas zonas de osos polares,
y he olvidado el hombre y Dios, la maldición y la plegaria?
¿Es que me he convertido en un fantasma que camina sobre glariares?

— ¡Vosotros, viejos amigos! ¡Mirad! ¡Pero os habéis quedado pálidos,
llenos de amor y de horror!
¡No, marchaos! ¡No os enojéis! ¡Aquí — vosotros no podríais tener vuestra casa!:
Aquí, en el lejanísimo reino del hielo y las rocas, —
aquí es necesario ser cazador e igual que las gamuzas.

¡En un perverso cazador me he convertido! — ¡Ved cuán tirante
se tensa mi arco!
El más fuerte de todos fue quien logró tal tirantez — —:
¡Pero ay ahora! Peligrosa es la flecha
como ninguna otra, — ¡fuera de aquí! ¡Por vuestro bien!...

¿Os dais la vuelta? — Oh corazón, has soportado bastante,
Fuerte permaneció tu esperanza:
¡Mantén abiertas tus puertas para nuevos amigos!
¡Deja a los viejos! ¡Abandona el recuerdo!
Si en otro tiempo fuiste joven, ahora — ¡eres joven de un modo mejor!

Lo que en otro tiempo nos ligó, el lazo de una misma esperanza, —
¿quién continúa leyendo los signos
que un día el amor grabó, los pálidos signos?
Yo te comparo al pergamino, que la mano
tiene miedo de agarrar, — como él ennegrecido, tostado.

¡Ya no son amigos, son —¿qué nombre darles?—
Sólo fantasmas de amigos!
Sin duda ellos continúan golpeando, por la noche, en mi corazón y en mi ventana,
me miran y me dicen: «¿es que no hemos sido amigos?»—
— ¡Oh palabra marchita, que en otro tiempo olió a rosas!

¡Oh anhelo de juventud, que se malentendió a sí mismo!
Aquellos a quienes yo anhelaba,
a los que yo imaginaba afines a mí, cambiados como yo,
el hecho de hacerse viejos los ha alejado de mí:
sólo quien se transforma permanece emparentado conmigo.

¡Oh mediodía de la vida! ¡Segunda juventud!
¡Oh jardín de verano!
¡Inquieta felicidad de estar de pie y atisbar y aguardar!
A los amigos espero impaciente, preparado día y noche,
¡A los nuevos amigos! ¡Venid ¡Ya es tiempo! ¡Ya es tiempo

***

Esta canción ha terminado, — el dulce grito del anhelo
ha expirado en la boca:
un mago la hizo, el amigo a la hora justa,
el amigo de mediodía, — ¡no!, no preguntéis quién es —
fue hacia el mediodía cuando uno se convirtió en dos...

Ahora nosotros, seguros de una victoria conjunta, celebramos
la fiesta de las fiestas:
¡El amigo Zaratustra ha llegado, el huésped de los huéspedes!
Ahora el mundo ríe, el telón gris se ha rasgado,
el momento de las bodas entre luz y tinieblas ha venido...

Friedrich Nietzsche

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