¡Oh lluvia! ¡Oh vida!
Te esperé extraviado
en la esquina estética del poema,
cuando el verbo anochecía
en bohemias tintas,
rompiendo letras blancas del alba.
Salí a buscarte,
con mi curva paciencia de mil años,
cuando atisbó fresco
tu recuerdo en la memoria.
Corrí presto a tomarte entre mis manos,
como un buscador de perlas invictas
que canta llorando
los
hallazgos.
Luis Hernández Vera
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