domingo, 20 de septiembre de 2015

María:

A la señorita María García Granados

Ésa que ves, la del amor dormido
en la mirada espléndida y suave,
es un jazmín de Arabia comprimido
en voz de cielo y en contorno de ave.

La rubia Adela, en cuya trenza dora
su rayo el Sol, del brazo de María,
copia es feliz de Ruth la espigadora
ciñendo el talle a la rrogante Lía.

Caricia -más que acento- su palabra,
si los jardines de su boca mueve,
temores da de que sus alas abra
y al Padre Cielo su alma blanca lleve.

Si en la fiesta teatral, corrido el velo,
desciende la revuelta escalinata,
su pie semeja cisne pequeñuelo
que el seno muestra de luciente plata.

Siervo si sigue el tenue paso blando
de la bíblica virgen hechicera,
y leyes dicta si, la frente alzando,
echa hacia atrás la negra cabellera.

Quisiera el bardo, cuando al Sol la mece,
colgarle al cuello esclavos los amores.
¡Si se yergue de súbito, parece
que la tierra se va a cubrir de flores!

¡Oh! Cada vez que a la mujer hermosa
con fraternal amor habla el proscripto,
duerme soñando en la palmera airosa,
novia del Sol en el ardiente Egipto.

José Martí

No hay comentarios:

Publicar un comentario