jueves, 17 de septiembre de 2015

De la muerte y la vida:

Yo sólo me aflijo,
digo:
que no vaya yo
al lugar de los descarnados.
Mi vida es cosa preciosa.
Yo sólo soy,
yo soy un cantor,
de oro son las flores que tengo.
Ya tengo que abandonarla,
sólo contemplo mi casa,
en hilera se quedan las flores.
¿Tal vez grandes jades,
extendidos plumajes
son acaso mi precio?
Sólo tendré que marcharme,
alguna vez será,
yo sólo me voy,
iré a perderme.
A mí mismo me abandono,
¡Ay mi Dios!
Digo: váyame yo,
como los muertos envuelto,
yo cantor,
sea así.
¿Podría alguien acaso adueñarse de mi corazón?
Yo sólo habré de irme,
con flores cubierto mi corazón.
Se destruirán los plumajes de quetzal.
Los jades preciosos
que fueron labrados con arte.
¡En ninguna parte está su modelo
sobre la tierra!
Que sea así:
y que sea sin violencia.

Tlaltecatzin de Cuauhchinanco

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