miércoles, 16 de diciembre de 2015

Nadar:

Acabo apenas de beber el agua de Changsha
y de comer los peces de Wuchang.
Cruzando el río
a lo ancho de mil millas
la mirada se pierde
en el limpio cielo de Chu.
No presto atención al viento que sopla,
a los golpes de las olas:
hoy sé lo que es la abundancia,
más que paseando ocioso
en un jardín, sin dirección.
El maestro dijo a las orillas de un río:
«¡Fluye la vida como las aguas de un río!».

El viento agita los árboles seculares,
Tortuga y Serpiente permanecen inmóviles,
se inicia un grandioso proyecto:
de sur a norte
vuela el armazón de un puente,
la barrera del cielo
se transforma en carretera
al oeste del río
surgen escolleras de piedra:
retienen las lluvias
de las nubes del Monte de la Bruja,
en las altas abras
forman lagos tranquilos.
Si los dioses fuesen inmortales:
¡Qué asombro ante un mundo tan cambiado!

Mao Tse-Tung

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