jueves, 2 de julio de 2015

El llanto... El mar:

Y aquéllos... ¿los del norte?
La elegía de la zorra,
que la cante la zorra,
el buitre
la del buitre
y el cobarde
la suya.
Cada raza y cada pueblo
con su leptra y con su llanto.
Yo lloro solamente las hazañas
del rencor
y del polvo...
y la gloria
del hacha.

Luego,
mañana...
¡para todos el mar!
Habrá llanto de sobra para el hombre
y agua amarga
para las dunas calcinadas...
¡salitre para todos!
Mañana...
¡para todos el mar!
El mar solo otra vez, como al principio,
y el hombre solo, al fin, con su conciencia.
¡Para todos el mar!
y el hombre solo, solo...
sin tribu,
sin obispo
y sin espada.
Cada hombre solo, solo,
sin Historia y sin grito,
con el grito partido
y las escalas y las sondas rotas.
Cada hombre solo. Yo solo,
solo, sí,
solo,
solo,
flotando sobre el mar,
sobre el lecho profundo de mi llanto
y bajo el palio altivo de los cielos...
altivo,
silencioso
y estelar.
Si hay una luz que es mía,
aquí ha de reflejarse y rielar,
en el espejo inmenso de mis lágrimas,
en el mar...
¡en el mar!
Mañana,
para todos el mar:
el que mece las cunas
y derriba los ciclos,
el que cuenta los pasos de la luna
y los de la mula de la noria,
el que rompe los malecones
y los huevecillos,
el eterno comienzo
y el eterno acabar.
Mañana
sobre todos el mar...
sobre la zorra y sobre el buitre, el mar;
sobre el cobarde el mar;
sobre el obispo y su amatista, el mar;
sobre mi carne, el mar;
sobre el desierto, el mar;
y sobre el polvo y sobre el hacha, el mar.
¡El mar,
el mar,
el mar solo otra vez, como al principio!
¡El llanto... el mar!

León Felipe

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